Todo siempre ha estado claro, puedo tener muchos amigos pero solo eso, amigos. Nadie me llenaba o generaba esas ganas incontrolables de querer verle, tenerle cerca, de quererle abrazar o con quien simplemente pasar un domingo viendo películas, que según yo, es el plan de enamorados por excelencia. La vida me sonreía hasta -ese viernes- donde a lo largo de la noche, un par de cortas charlas y una sonrisa cordial en la despedida hicieron que las tan temidas mariposas se despertaran y armaran tremendo alboroto en mi panza.

Tengo claro que no estoy enamorado, no me quiero casar y mucho menos sé si esto que tengo en la cabeza algún día se llegue a materializar. Debo aceptar que las obras de Botero, Read all about it de Emeli Sande y el streetfitness hoy me agradan mas. Le pienso, le escribo, me ignora. Ese es el círculo normal de mi vida por estos días... Yo sabía que en algún momento la vida se voltearía y me tocaría jugar a ser el iluso que se trago solo.
¿Por qué? ¿Qué lo hace especial? ¿Qué quiero que suceda? interrogantes puedo hacérmelos todos, respuesta no tengo ninguna, es mas ni siquiera le conozco muy bien y es que mi "muy extensa" experiencia en el amor me hace pensar que estoy perdiendo mi tiempo, pero como dice la canción - La razón y el corazón, difícil mezcla- Esa misma mezcla es la que me hace hablarle aunque no obtenga respuesta la mayoría de las veces y entre en estado de cólera con ganas de poder verle y golpearle.
Por el momento he decidido que mi dormido instinto amoroso haga lo que sienta, no dejarme llevar por la mente y simplemente si tengo ganas de hablarle, le hablo, si mi mente me da un espacio, le pienso. En resumidas cuentas, no me importa que tan fastidioso vaya a pensar que soy. Lo único que me reconforta es la espera de esa cita sin fecha para reírnos y tomar un café.